Abraza a tu niña interior, a tu niño interior: sana heridas

Abraza a tu niña interior, a tu niño interior: sana heridas

Sanar a tu niña interior o niño interior es clave en el proceso de evolución personal, y solo avanzaremos trabajando en lo que hirió a nuestro yo infantil.

En el fideo sobre Deja marchar el rencor: 3 razones para hacerlo ya te mencionaba que me había reconciliado con mi niña interior gracias a un trabajo personal que llevo haciendo en los últimos años, y la paz mental que deja es impresionante.

Recuerda repasar fideos emocionales como dolor emocional: llora si lo necesitas porque eso no te hace débil o Hay que perder para ganar: las derrotas son muy útiles si las analizas.

BSO para leer «Abraza a tu niña interior, a tu niño interior: sana heridas»

«Lost Stars», BSO de la película «Begin Again» que me encanta por cierto. Todo el mundo buscamos luz cuando estamos perdid@s, y esta canción aborda precisamente eso. Esta versión es la de Keira Knightley (Gretta en la película). Hay otra versión interpretada por Adam Levine (vocalista de Maroon 5 que interpreta a Dave Kohl, exnovio de Gretta, en la película).

Recuerda que puedes dar al play y leer el texto, o bien leer el contenido y después reproducir la canción.

En cualquier caso, por favor, no te vayas sin dar al play porque la pieza elegida siempre enfatiza el mensaje del contenido:

Lo que generó en mi infancia una gran herida

Solo las personas más cercanas en mi vida conocen bien la historia familiar que, como tantas otras, cuenta con girones emocionales y vivencias concretas que han marcado la existencia. Así que para ponerte en contexto de una de las razones por las que he tenido que trabajar en sanar heridas emocionales y abrazar a mi niña interior para poder avanzar -dejando atrás el rencor- tiene que ver con un episodio que viví en torno a los 6 años de edad.

Por situaciones que ya venían de atrás se rompió la relación con la familia materna (abuelo, abuela, 5 tías…) y no hubo apenas trato durante 10 años. Para mi comunión vinieron a la misa y al banquete, y dentro de mí siempre hubo esperanza de que aquella relación se pudiera resolver, pero agentes externos -aunque dentro de la familia- siempre se encargaron de enmarañar toda aquella situación -toxicidad en su máxima expresión-. Unido a no poner límites concretos a muchos niveles también se añadió una mala gestión de una señora que no sabía querer a mi madre, y todo eso desembocó en un rechazo hacia todo lo que tuviera que ver con ella (esta es la conclusión que saqué hace poco charlando con una amiga vinculada a psicología).

Pero aquella niña de 6 años, tras aquella ruptura de relación familiar, solo supo interpretar que no era suficiente y que era rechazada por esa parte de la familia. Y otro episodio más terminó de enfatizar mi sensación de ser rechazada y no ser suficiente…

Que alguien de tu familia a quien adoras te rechace no se olvida jamás

Aquella sensación que llevaba teniendo desde los 6 añitos fue materializada y confirmada en una ocasión, con unos 10 años calculo: en la plaza Mayor de Zamora estaba con mi hermano y vimos a la que era mi tía materna favorita. Siempre le hacía dibujos cada fin de semana que íbamos hasta la ruptura, y recuerdo que todos los guardaba en una carpeta azul de cartón. Lo que sentía por aquella tía era algo especial, por lo que la ausencia esos años estaban siendo un tanto complicados -desahogándome en mis diarios desde los 8 años-.

Aquel día en Zamora, al ir a saludar a mi tía materna favorita de aquel entonces (vimos que había sido madre y me emocionó mucho el pensar en que tenía una prima o primo nuevo), le dijimos «hola tía» haciendo el amago de acercarnos a dar dos besos efusivos y lo que recibimos fue un seco «yo no soy vuestra tía, no tengo sobrinos» mientras se giraba bruscamente dándonos la espalda, y aquello me terminó de partir el corazón. Lloré lo que no está escrito y aún hoy rememorar aquello me arranca lágrimas.

Muchas noches escribiendo en mi diario me preguntaba qué le había motivado a recharzarnos, y pensando en que ella era madre también me venía a la cabeza la reflexión de que ojalá su hija no tuviera que vivir en ningún momento una situación así.

Tu yo infantil no supo qué ocurría y abrazar a tu niña interior o a tu niño interior es curar heridas

Con ese rechazo tan duro tuve que lidiar y seguir creciendo. Cuando pasas por crisis del tipo que sean los pensamientos intrusivos están a flor de piel, y no hace mucho tiempo llegó un punto en el que necesité abrazar a mi niña interior porque estaba atravesando una crisis emocional, personal y profesional muy grande. A esto se sumó recordar vivencias de la infancia y decidí trabajar en sanar: ese abrazo, pero sobre todo esa comprensión de tener claro que yo no tuve ni culpa ni pena en todo ese proceso de rechazo, ha sido imprescindible para liberarme de una carga que no me correspondía.

Efectivamente los nudos emocionales parten en una amplia mayoría de situaciones que vivimos en nuestra infancia y que no se resolvieron porque no contábamos con herramientas emocionales suficientes. Por eso, por dar paz a esa criatura que un día lo pasó mal, es importante abrazar a nuestra niña interior o niño interior: solo así podremos dejar atrás lo que nos hizo daño y evolucionar como personas.

El poder de los abrazos es inmenso, y aporta calma. Imagina a aquella pequeña criatura que un día fuiste y rememora aquel momento que te causó dolor: tras detectarlo habla en voz alta y di «no fue culpa tuya, solo estabas en el lugar equivocado en el momento equivocado. No supieron tratarte y no te lo merecías».

Y después imagínate abrazando a esa personita que un día fuiste… Te aseguro que decirlo en voz alta y después visualizar ese abrazo no solo te reconcilia con el pasado: te ayuda a ser más fuerte en tu presente porque te has liberado de una pesada losa con la que cargabas -y todo el mundo cargamos con una o varias, al menos-.

Mi niña interior ya sabe que no fue culpa suya

Esta experiencia sanadora la viví hace poco tiempo y no paré de llorar visualizándome abrazada a aquella pequeña Vane, que siempre sonreía y buscaba cariño allá por donde iba. Vivencias de mierda como la que te he contado me fueron haciendo más fría con el paso del tiempo, generando una coraza de desconfianza en la que estoy tratando de trabajar para irla desarmando.

Precisamente buscar cariño formaba parte, sin saberlo, de mi proceso doloroso: buscaba aceptación por lo que viví de pequeñita. Afortunadamente sí he recibido cariño de mucha gente bonita a lo largo de mi vida, y mucha aún la tengo alrededor, y eso me permitió no hundirme con aquella losa que sí he cargado y que ha condicionado mi manera de ser conforme iba creciendo.

La desconfianza ha sido una herramienta siempre presente, al igual que el querer hacer las cosas lo más perfectas posibles para que se valorasen. Abrazar a mi niña interior me ha liberado y enseñado que perdonar es clave, y no cargarte con losas que no te corresponden es imprescindible para avanzar.

Hay más losas que te iré abriendo en mi proceso de purga emocional con la intención de que te sirva mi experiencia para ayudarte si estas pasando por algo similar. Gracias por tu lectura y recuerda que cada semana te esperan nuevos contenidos aquí, en blog Sopa Frita en mi Cabeza.

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