Hay situaciones en las que es mejor no decirse cosas que duelen para liberarse y continuar. Hay relaciones tóxicas en las que puedes afirmar que «lo que no nos dijimos» habló en nombre de la cordura, porque cuando una relación está rota el silencio es una aliada.
Me gustaría que dijéramos a menudo «aquellas frases que no nos dijimos nos salvó, porque aquellas palabras dañinas que nunca lanzamos, al ser dardos demasiado envenenandos, hubieran asesinado los buenos recuerdos que nos quedaron al separar caminos». Pero la realidad es otra y no lo podemos decir casi nunca… No guardamos lo hiriente, eliminando de un plumazo buenos recuerdos que pudieran quedar, y muchas veces tiene que ver con la función que interpretamos por heridas emocionales.
Quiero abordar la importancia del saber callarse a tiempo, ya que a veces el silencio es sabio, necesario y sanador, y podemos aprender a no decir lo que realmente no sirve para nada como lección de vida.
BSO para leer «Todo lo hiriente que no nos dijimos fue lo que nos permitió avanzar»
«Unspoken» de Hurts porque encaja perfectamente con la temática abordada en este texto reflexivo emocional.
Así que recuerda que puedes dar al play y leer a la vez el contenido, o bien leer el texto y después escuchar la canción.
En cualquier caso no te vayas sin disfrutar de la pieza sugerida, porque cada tema aportado para maridar la lectura de cada fideo de opinión enfatiza el mensaje:
Los dardos envenenados que no debimos lanzar
Cuántas veces hemos dicho cosas desde el enfado que realmente no pensábamos, pero buscábamos hacer sentir mal a la otra persona… O bien ante rupturas hemos sacado la artillería pesada para generar malestar en la otra parte como una defensa realmente absurda, porque nos estamos dañando mutuamente resquebrajando lo bonito que pudiera quedar de una relación… No por terminarse debemos quedarnos con lo malo, ya que a menudo sí hubo momentos inolvidables que nos hicieron sentir bien: ¿por qué lo boicoteamos?…
Desde luego esas frases cargadas de veneno que se clavan en el pecho y generan malestar a quien las lanza y a quien las recibe, se pronuncian muchas veces porque nos dejamos llevar por el cabreo y la impotencia de la situación y no nos damos cuenta de lo que generan en verdad: rompen por dentro y borran cualquier atisbo de buen recuerdo.
Efectivamente todo aquello no dicho que daña conviene dejarlo en un cajón, y no sacarlo aunque las circunstancias nos envuelvan en rencor, daño, dolor… Porque las consecuencias de pronunciar frases dañinas, sea queriendo o sin querer, pueden llegar a resquebrajar por completo relaciones sean de amor, amistad, familia… Somos lo que hemos vivido, y quedarse con lo bueno ayuda a avanzar.
Lo que no nos dijimos puede liberarnos
Hagamos un ejercicio: vamos a viajar atrás en el tiempo justo hasta momentos difíciles en los que pudimos haber no dicho nada para no ensuciar el buen recuerdo de lo que un día fue cualquier relación.
Vamos a quedarnos con todo lo que aprendimos, dando gracias por ello porque nos permitió crecer y seguir adelante un poco más evolucionadas. Sin cada relación fallida -sea de amistad, de amor, de familia, de trabajo…- no seríamos las mismas personas que ahora, por eso agradezcamos lo vivido y dejemos marchar cualquier sentimiento de odio, de rencor, de rabia, de tristeza…
Volvamos al ahora y analicemos qué tenemos en nuestras vidas… Hazte esta pregunta ante cualquier relación: ¿qué es lo que no soportas de la otra parte? Acabas de detectar lo que es mejor no decir para preservar el equilibrio en la relación, sigas adelante o no, y trabaja en lo que tú puedas cambiar: atacar por lo que sabes que la otra persona no va a modificar solo traerá disgustos.
Busca en ti lo que puedes aportar para mitigarlo y si no hay solución recuerda que muchas veces lo que no nos dijimos nos libera, porque evitó desatar tempestades que inundan, ahogan y solo crean dolor… A veces dejar marchar limpiamente, sin ataques innecesarios, sana heridas, cura sentimientos y nos permite crecer como personas…