¿Te ha ocurrido alguna vez que el concepto de un mismo término cambia según la persona? Claro que sí, y estoy segura de que este mal que ahora mismo abordo es compartido, por desgracia, por much@s de vosotr@s: el mal de las amistades no recíprocas.
No sé exactamente qué pasa pero hay un momento en la vida de todo el mundo -o casi, lo mismo hay excepciones- en que aquello que se concebía como indestructible se convierte en vulnerable, y que lo que tú aprecias como algo de valor incalculable para otra persona es algo más que coleccionar.
En el caso de las amistades, esta sensación de valorarse diferente y de fragilidad continua se produce durante una época de cambios que son en realidad puntos de inflexión donde se resuelve -con mejor o peor resultado- la ecuación de la amistad eterna dividida entre la pareja nueva, la vida laboral y el ámbito personal. Necesito abrir sensaciones al respecto, porque sé que te habrá pasado lo mismo en algún momento.
BSO para leer «El mal de las amistades no recíprocas»
«Goodbye my darling» de Sam Lee, cantautor británico de folk, porque hace bastantes años di forma a este texto quizás allá por 2012 o 2013, y ya conté con esta pieza a modo de guiño para despedir el texto.
A veces nos tenemos que marchar, dejar atrás sitios, personas y sentimientos aunque duela, y esta canción desde luego me parece que aporta matices perfectos para el texto.
Ya sabes que puedes dar al play y escuchar mientras lees, o bien leer y después disfrutar de la canción sugerida pero en cualqueir caso no te vayas sin reproducir este tema:
Tú estás siempre ahí, pero cuando lo necesitas no siempre hay alguien
Cuántas veces hemos sido apoyo de amig@s que se encontraban mal: lo has dado todo por estar a su lado para luchar junt@s por su recuperación emocional, y el tiempo logra que curen las heridas con tu ayuda.
Pero después rehacen su vida y poco a poco esa entrega que tuviste con ell@s se desvanece al compás que marca el descaro del egoísmo enfermizo que caracteriza al ser humano. Y te llega el bache emocional a ti, necesitando apoyo pero ¡ay amig@!, ¡qué fácil sería recibir lo mismo que has dado!, ¿verdad? Pues no, las cosas no funcionan así para otra gente: el resultado final de la ecuación hacia ti es de lo más desalentador, y es que cuando l@s necesitas no están ahí…
¿Razones? Excusas estúpidas basadas en la frase que más asco tengo: «cada un@ tiene su vida».. ¿Sí? Joer, has descubierto la pólvora… ¡Claro que cada un@ tiene su vida, y yo tenía la mía cuando me necesitaste y estuve a tu lado!
«Cada un@ tiene su vida» es la excusa más rastrera que las amistades no recíprocas te pueden dar
Sí, es rastrero: eso me parece la frase comodín que utilizan aquellas personas que son conscientes de que una situación no va bien pero prefieren escurrir el bulto -que es lo más fácil para alimentar su ley del embudo en vez de afrontar el problema y asumir su parte de culpa e intentar arreglarlo-.
El problema más crudo y áspero en torno a este tipo de situaciones sucede en ese caso en el que lo das todo -y más- por una amistad que mantienes desde hace años, pero la otra parte parece pasárselo todo por el forro casi de la noche a la mañana y, a pesar de haberlo hablado mil veces, se vuelve a repetir la historia porque -conclusión personal- al final le importas una mierda y solo quiere tenerte ahí para desahogar sus penas, pero no para soportar las tuyas.
Así que a pesar de los pesares sigues teniendo claro que una amistad ha de ser recíproca, tanto para lo bueno como para lo malo, pero para este tipo de gente realmente las amistades son solo para lo suyo…
Síntomas para detectar si sufres el mal de las amistades no recíprocas
Hay 7 evidencias para comprobar si estás sufriendo este mal:
- Llamas tú pero no recibes nunca llamadas de la otra persona: tienes varios canales de contacto que no han cambiado en los últimos años como el teléfono fijo -en muchas ocasiones-, teléfono móvil, email, redes sociales, tu casa, correo postal, Whatssap… pero al final para este tipo de personas «cómodas-jetas» la relación se llega a resumir a solo ese último canal y si acaso.
- Cada vez es más difícil quedar con tu amig@: cuando lo logras las quedadas no duran más de media hora y parece tener prisa por marchar pendiente del móvil, el reloj y guardándose el as en la manga de «lo siento, me tengo que pirar que he quedado, es que no me da tiempo a nada» para irse lo antes posible.
- Con el tiempo logras volver a quedar y le planteas abiertamente el problema: te dice que estás exagerando y que eres un@ de sus mejores amig@s, que entiendas que tiene más vínculos y que las cosas han cambiado pero que sigues siendo muy importante y que siente lo que ha pasado. Te dan la razón para que te calles con el típico «si es que es verdad, que tengo que dedicar más tiempo a la gente de siempre» pero se queda en eso solo, una frase manida.
- La siguiente vez que vuelve a suceder lo mismo (llamadas no devueltas y dificultad para quedar durante un largo período de tiempo) logras contactar y plantear nuevamente la situación de «recaída» en el problema: pero para colmo le da la vuelta a la tortilla con frases como «estaba pasando por un mal momento» y/o «perdona, no sabía que te iba a afectar tanto que tuviera otros vínculos» (como que el problema fuera que ha conocido a otra gente… ¡Que esto es normal, lo que no es normal es que dejes de lado a la gente a la que llamas para contar tus historias, sin importante una mierda lo que les pase a quienes llamas para desahogarte). Y encima acabas tú pidiendo perdón, sin saber cómo, por algo que no has hecho porque se te ablanda el corazón al saber el bache por el que ha pasado y que no ha dudado en abrurte justo en es emomento en el que has abierto el problema de la amistad no recíproca.
- En tu más extricta soledad piensas una y otra vez en lo que esa persona te aporta ahora mismo y aceptas que en realidad no te aporta nada: solo aporta disgustos en este momento y durante el período que intentas contactar sin lograrlo, pero cabeceas y ordenas tus ideas prevaleciendo lo de «es una amistad de muchos años, no la voy a tirar por la borda» y lo vuelves a intentar…
- Te llaman iniciando la primera frase con «Hola, ¿qué tal?» pero casi no te dan tiempo a que contestes porque siguen con «¡Buah!, pues mira lo que me pasa» o «Yo estoy fatal» o «Estoy pasando por una mala racha«: es la condescendencia comodín, el bienquedismo que utilizan para tapar la intención inicial que es contarte sus problemas sin que tú puedas después contar los tuyos porque cuando acaban de desahogarse dicen «bueno, te dejo que me tengo que ir a…» o «muchas gracias por escucharme. Oye, hablamos otro día y me cuentas qué tal estás, que tengo prisa». Tú dices «Vale, vale, hablamos» pero sabes que tú no podrás contar tus cosas porque no estarán ahí para escucharlas…
- Contactas desesperad@ por enésima vez con tu amig@ y vuelves al punto de partida: ha pasado tiempo intentando saber algo de tu amig@, lo consigues y le dices que estás hart@ de esa situación pero te responde con naturalidad -y tratándote de ingenu@ insistente- que «hay que aceptar que cada un@ tiene su vida» y que «Las cosas cambian…».
Aquí puedes seguir dándote contra un muro y repetir los anteriores puntos o bien cortar por lo sano porque lo único que quieres es mantener una amistad que consideras importante, y no mereces que te traten encima como culpable y como ingenu@ .
«LAS COSAS CAMBIAN…», OTRA FRASE SOCORRIDA POR ESTE ESPÉCIMEN DE AMIG@S
Si has pasado -o estás pasando- por una situación en la que se cumplan mínimo un par de las situaciones mostradas un poco más arriba estás sufriendo el mal de las amistades no recíprocas.
Tranquil@, este mal de mierda nos acompañará toda la vida y aunque es duro que te ocurra lo he sufrido varias veces y se sale.
Es cierto que sufres, lloras, te autoexiges dar más creyendo que el problema lo tienes tú y te boicoteas constantemente porque quienes no valoran la amistad saben también cómo generar malestar para que tú creas que tienes la culpa.
¿Por qué se da el mal de las amistades no recíprocas?
La respuesta es que hay una parte de personas que valoran mucho la amistad, pero estamos en una sociedad en la que actualmente aprecia poco o nada el tener a alguien leal a su lado, que esté en las duras y en las maduras; impera el egoísmo, y eso se traduce en que si no sacan algo de ti no les sirves, por eso fraguar amistades en pleno siglo XXI es tarea difícil aunque no imposible si das con gente que aprecie las cosas parecido a ti.
El problema añadido es que siempre salen perdiendo l@s mism@s, quienes idealizamos conceptos que creíamos básicos -valores- y que cada vez parecen estar más obsoletos. Con ello vas perdiendo la esperanza y ganando en endurecer un poco más esa coraza que creaste hace tiempo para evitar que te hagan daño, escondiendo una parte de ti que antes era visible, accesible, más cercana y confiada.
Y a menudo tengo la sensación de que en parte puedo estar perdiendo la oportunidad de conocer a gente nueva, interesante, por miedo a que el mal de las amistades no recíprocas me vuelva a azotar con su látigo. Pero el miedo nos frena y por eso comparto este fideo, para terminar con dos reflexiones que me estoy aplicando desde hace algún tiempo para luchar contra ese mal y quitarnos también el miedo a creer en la amistad.
No pierdas la esperanza
Vale, es complicado pero no imposible seguir creyendo en las personas y todo lo bueno que pueden aportarte si barajan el mismo concepto de amistad que el tuyo, por eso hay dos puntos claves para no caer en cerrarte a cal y canto como he hecho durante algunos años, y así conocer gente nueva sin miedo:
- No debemos poner la venda antes de hacernos la herida.
- Las cosas cambian pero las personas se adaptan, o al menos deberían hacerlo y, si se quiere, se puede.
Por todo esto no podemos anclarnos en el «pobre de mí» si atravesamos una situación conflictiva con un amig@ que pasa de nosotr@s, porque al final nos olvidamos de la gente que sí está a nuestro lado siempre. Cuida a quienes te cuidan, valora a quienes te valoran, y si te has topado con este mal de las amistades no recíprocas ten por cuenta que tienen otra escala de valores diferentes: no podrás cambiárselos, así que retírate a tiempo y continúa adelante sin miedo.
Recuerda que todas las relaciones (familiares, amorosas, de amistad…) pasan por diversas crisis, es cierto, y lo que hace que unas relaciones se mantengan y otras no es que las personas afectadas quieran superar los baches por ambas partes. Por eso, si hay gente que no valora del mismo modo que tú la amistad, simplemente céntrate en la gente que sí lo hace.
Solo me queda decirte que tengo vari@s amig@s muy buen@s que conservo desde hace mucho tiempo (mínimo 15 años), ¿y cuál es el secreto?: hemos superado junt@s momentos de bajón -más los que vendrán-; hemos celebrado las buenas noticias, nos hemos apoyado en el sufrimiento y nos hemos reído en la felicidad, por eso aquí seguimos, valorando la amistad por encima de todo porque si se quiere se pueden conciliar todos los cambios que vayan sucediéndose en nuestras vidas. Cuando me acecha el miedo a conocer personas nuevas pienso en mi gente y me libero de caer en las garras de la coraza. He aprendido a abrirme más, a conocer, y si no hay misma visión en valores -aunque duela- simplemente queda decir «Goodbye my darling» como la canción que acompaña este texto y seguir adelante sin mirar atrás.